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MONSTRUOS OSCUROS Y CLAROS

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Tenemos la mala costumbre de callar, de guardarnos sentimientos, sensibles, profundos y poco visibles. Recuerdo más de una vez cómo mis ojos y mi retina me han abandonado. Como telarañas han vuelto a ser mi imaginación. Una luz angosta albergaba mi cuarto. Un trozo pequeño de mi ser se sentía protegido. Era criatura sin mucho en qué pensar. Éramos un cristal demasiado mimado. Un regalo sin estrenar. Las sombras jugaban un gran papel. Eran máscaras que ocultaban la verdadera realidad. Era la noche seria, y ya sin una luz, la que daba desconfianza. Tenemos la mala costumbre de tener miedo, de la inseguridad por este mundo de espantajos, por esa llave al final del camino. Ahora, nuestros monstruos oscuros son claros y viven en el más acá. Los dinosaurios se quedan en los libros y en la historia. Y las sombras ya no resultan peligrosas. Una luz casi plena cautiva mi cuarto.  Tengo una conciencia rellena de relámpagos e inquietudes. Soy impresionada por el universo. Somos un cri

CIUDAD DEL MAR Y DE GIGANTES

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Eres. El paracaídas que naufraga los horizontes. Las cúpulas de tus pupilas llenas de aventuras. Los pies que se acercan queriendo saber más. Y, las manos que sostienen el paraíso de volver. Eres. Las olas que se derrumban en la orilla. La cortina de nubes que cierra el día. El sol que empapa la piel. La arena de todos los pasos borrados. La lejanía que siembras y el ansia de encontrarse que recoges. Eres. Los siete cielos donde nace la belleza. La ciudad del mar y de los gigantes. El faro que no se pierde entre escondites, sino que se descubre entre mis barcos de papel. Eres. Gaviotas tatuadas de libertad. Cometas de luces que matizan los ángeles de la noche. Islas sin dueños y sin dioses a los que adorar. La calma en plena tempestad. Y, la capa que cubre lo azul de este mar. Eres. La Nueva York del Mediterráneo español. La ciudad de los idiomas y del Rock & roll. El lugar donde la vida es menos complicada. Benidorm.

ATRÁPAME

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Apaga los ojos,  atrás tus oscuros temores. Cobija tus dedos en las clavijas; negras como las noches sin luna blancas, como las capas de nieve. Deja que caminen. Pasea, igual, que la memoria entre baúles. Enciende tu imaginación obsoleta de polvo, una vez más. Percute con encanto y tiende a lo profundo. No hagas crear sombras, crea luces. No toques tempestades de castillos, toca partituras de mansiones. Atrápame. Atrápame con las miles de máscaras que ilustra la música. Atrápame, por todo lo que pueda llegar a sentir. Atrápame, al tocarte o, al escucharte.

LA PLUMA A SUS LUCES

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Ahora, es la hora.  Después de una semana de tregua, de renacer entre esas cenizas ya quemadas y pisoteadas. Incapaz de entender comentarios  de paleolíticos.  Vuelvo, otra vez, a reconducir mi vida. A reconstruirme  entre olas  recubiertas de valor y fortaleza. A tejer, un resquicio de esperanza. Encontré grietas, la concupiscencia. Me sentí sola. Pero encontré la armonía. Siendo rock de vez en cuando, pinturas, esculturas. Lo retro, lo divino. La vela consumida. El desahogo en las pasiones. Sus guerras trajeron la paz de otros ojos.  Sus preguntas, las que yo no me haría. Días de duchas frías en lugares helados.  Intentando parecer entera. Temblando desde el infierno, con pies de hojalata. Removiendo el pasado y limpiando el presente. No encontré la magia para la felicidad. Ni saber si ser principio o ser final. Escaleras llenas de estrellas de papel. Tortugas que me dejan su coraza, su armadura.   Cielos que me prestan su fracaso                                          

Sólamente, soy lo que no ves

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Soy la credibilidad en parte, de un horóscopo. La captación de los sentidos de mi cuerpo. La tranquilidad convertida en nervios puros. Soy,  la que desliza las manos por la cuerda, dejando que solamente el recorrido vaya destapando  las pestañas de mis ventanas. Aquella que se desnuda ante las lágrimas del grifo, arrancando tanto las heridas como los logros. La que entierra sus pies, casi de bronce, en una pascua nueva.  Soy, marinera entre líneas de conocimiento.  atardeceres de lluvias y borrascas. Moscas que distraen. Suelo remar hacia mar adentro, hacia la cúpula divina. Sumergiéndome bajo rectangulares rosetones que me ilustran lo que es. Solamente Soy las  puertas  cerradas de un desordenado armario. El papeleo incesante en un cuarto. El tocadiscos de música variada, sonada en mi cabeza. Los huesos fríos del invierno.  Soy, la alumna de credos y de primaveras. La mirada centrada en la realidad. La taza de café o de té, repleta de versos. La  burbuja sin mi

El escaparate de mi reino

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Suelo escribir lo que pienso, y aplicar poco lo que escribo. Me escribo a corazón abierto, enseñándote mis entresijos.  Construyo mi reino lleno de cicatrices,  y edifico mis muros con lo que la gente me da. Visto en un mundo  donde importa más  el cómo verse, que el cómo ver. Donde  se dice que las palabras se las lleva el viento, sin saber que esas palabras son mí viento, mi anclaje.  Palabras vividas en carne. Defino mi armonía con canciones,  pero también con reflexiones. Hago de mis versos, un cachito de mi escaparate.  De mi cristal. Pero pasa no te quedes ahí. Aunque mi fachada sea sería, y el jardín tenga rosas con espinas, tengo unos interiores que se revelan en el tiempo.  Estancias parcialmente llenas de virtudes, artes. De la ética, del amor a la sabiduría.   Con su chimenea que arde cuando le dan motivos. Con su biblioteca de etapas y, autoría  de lírica en volúmenes.   Con sus pasillos, que en su dulce caminar te acompañan. Conservo un laboratorio de sabores.