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Sólamente, soy lo que no ves

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Soy la credibilidad en parte, de un horóscopo. La captación de los sentidos de mi cuerpo. La tranquilidad convertida en nervios puros. Soy,  la que desliza las manos por la cuerda, dejando que solamente el recorrido vaya destapando  las pestañas de mis ventanas. Aquella que se desnuda ante las lágrimas del grifo, arrancando tanto las heridas como los logros. La que entierra sus pies, casi de bronce, en una pascua nueva.  Soy, marinera entre líneas de conocimiento.  atardeceres de lluvias y borrascas. Moscas que distraen. Suelo remar hacia mar adentro, hacia la cúpula divina. Sumergiéndome bajo rectangulares rosetones que me ilustran lo que es. Solamente Soy las  puertas  cerradas de un desordenado armario. El papeleo incesante en un cuarto. El tocadiscos de música variada, sonada en mi cabeza. Los huesos fríos del invierno.  Soy, la alumna de credos y de primaveras. La mirada centrada en la realidad. La taza de café o de té, repleta de versos. La  burbuja sin mi

El escaparate de mi reino

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Suelo escribir lo que pienso, y aplicar poco lo que escribo. Me escribo a corazón abierto, enseñándote mis entresijos.  Construyo mi reino lleno de cicatrices,  y edifico mis muros con lo que la gente me da. Visto en un mundo  donde importa más  el cómo verse, que el cómo ver. Donde  se dice que las palabras se las lleva el viento, sin saber que esas palabras son mí viento, mi anclaje.  Palabras vividas en carne. Defino mi armonía con canciones,  pero también con reflexiones. Hago de mis versos, un cachito de mi escaparate.  De mi cristal. Pero pasa no te quedes ahí. Aunque mi fachada sea sería, y el jardín tenga rosas con espinas, tengo unos interiores que se revelan en el tiempo.  Estancias parcialmente llenas de virtudes, artes. De la ética, del amor a la sabiduría.   Con su chimenea que arde cuando le dan motivos. Con su biblioteca de etapas y, autoría  de lírica en volúmenes.   Con sus pasillos, que en su dulce caminar te acompañan. Conservo un laboratorio de sabores.