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MONSTRUOS OSCUROS Y CLAROS

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Tenemos la mala costumbre de callar, de guardarnos sentimientos, sensibles, profundos y poco visibles. Recuerdo más de una vez cómo mis ojos y mi retina me han abandonado. Como telarañas han vuelto a ser mi imaginación. Una luz angosta albergaba mi cuarto. Un trozo pequeño de mi ser se sentía protegido. Era criatura sin mucho en qué pensar. Éramos un cristal demasiado mimado. Un regalo sin estrenar. Las sombras jugaban un gran papel. Eran máscaras que ocultaban la verdadera realidad. Era la noche seria, y ya sin una luz, la que daba desconfianza. Tenemos la mala costumbre de tener miedo, de la inseguridad por este mundo de espantajos, por esa llave al final del camino. Ahora, nuestros monstruos oscuros son claros y viven en el más acá. Los dinosaurios se quedan en los libros y en la historia. Y las sombras ya no resultan peligrosas. Una luz casi plena cautiva mi cuarto.  Tengo una conciencia rellena de relámpagos e inquietudes. Soy impresionada por el universo. Somos un cri

LA PLUMA A SUS LUCES

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Ahora, es la hora.  Después de una semana de tregua, de renacer entre esas cenizas ya quemadas y pisoteadas. Incapaz de entender comentarios  de paleolíticos.  Vuelvo, otra vez, a reconducir mi vida. A reconstruirme  entre olas  recubiertas de valor y fortaleza. A tejer, un resquicio de esperanza. Encontré grietas, la concupiscencia. Me sentí sola. Pero encontré la armonía. Siendo rock de vez en cuando, pinturas, esculturas. Lo retro, lo divino. La vela consumida. El desahogo en las pasiones. Sus guerras trajeron la paz de otros ojos.  Sus preguntas, las que yo no me haría. Días de duchas frías en lugares helados.  Intentando parecer entera. Temblando desde el infierno, con pies de hojalata. Removiendo el pasado y limpiando el presente. No encontré la magia para la felicidad. Ni saber si ser principio o ser final. Escaleras llenas de estrellas de papel. Tortugas que me dejan su coraza, su armadura.   Cielos que me prestan su fracaso