HACER MILAGROS



El tiempo parte tan veloz,

que cuando quiero pensar,

vuelve el contador a cero.


En mis noches,

no corren ni el viento, ni las palabras.

Ni siquiera aparecen las musas 

a las que silbo y anhelo.

Ni se las escucha, 

con este fervor que las intimida.  


Pero, aquí estoy yo, 

al sol del astro, a su luz.

Intentando hacer milagros, a final de mes.

Encendiéndome una luz inspiradora. 

Junto a una cara que vive en sus alturas y me observa. 

Agotando toda luz de mi faro en miniatura.

Alumbrándome más que los rayos que irradia la luna. 



¿Qué busco esta noche?

¿Qué estoy buscando?

A parte de todos estos versos que aún no tienen un final.


Cada mundo de mi edificio apaga su luz.

Apagan sus días y amanecen sus noches.


Porque de lo simple, puede aparecer algo hermoso.

Un mar de estrellas que confía en que duermas con ellas.

Sombras fantasmagóricas pero inofensivas.

Casas que enmudecen ante tal oscuridad.

Farolas solitarias que necesitan de un abrazo urgente.

Banderas que  se ondean a media  asta. 

El aire que empieza a reinar, con una brisa que me sabe a poco.

Que escasamente camina, vuela.

Que a duras penas me toca y se cuela por las ventanas.


El tiempo parte tan veloz,

que la luna se marcha sin decir adiós. 

Ya no hace falta hacer milagros.

El final llega a su fin.





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