LA HUELLA DEL TIEMPO

Algunas veces juego con las siluetas

que el humo deja escapar.

Le cuento mis secretos al mar.

Abandonando mi consciencia de lado.

Desactivando mi vida.

Olvidando la rutina y viendo el más allá.

Pues siento el calor ardiente,

dejando caer mis cimientos sobre la arena.

Me sumerjo de puntillas en su orilla,

y acaricio la libertad que rebosa al ritmo, de cada ola.

Admiro otros mundos repletos de sal, que no domino.

Respiro el murmuro del silencio, del raro agosto.

Donde todo, es un suspiro, en la eternidad.


Otras veces en cambio,

me refugio en la caverna de mi Platón.

Allí encuentro los fuegos,

las tormentas literarias,

manifestadas de las sombras de los demás.

Ya no hay una mirada lejana,

donde las olas rompan.

Todo resplandece en la retina.

Somos un pasado ya, de nuestro presente.

Un otoño despojado.

Un invento a reinventar reiteradamente.

Un espejo en extinción plagado de suturas.

Y, un regalo a notar en la huella del tiempo.

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